Nuestra lactancia y su fin.

La teti y el desteti

Por fin Garbancito estaba en mis brazos, después de 29 horas de parto. Para mi sorpresa, lo difícil estaba por llegar.

“Debes darle 10 minutos de un pecho, que eructe y 10 minutos del otro pecho y que saque el chanchito” Yee eso es fácil, facilísimo. Aunque sería más fácil si el peque despertara y abriera la boca, claro. Lo primero que piensas es “si no le doy teta se me muere, no ha comido nada y sigue durmiendo”, nadie te explica que él también ha pasado 29 horas de parto, que ahora está en un lugar extraño y al cogerlo en brazos y notar tu olor por fin se puede abandonar al merecido descanso. Pero no, tu como madre responsable le pellizcas en los talones, le hablas, lo masajeas... pero nada, sigue durmiendo .Desesperada llamas a la enfermera, pensando que el peque se te va a morir de hambre, y justo llega cuando bosteza y le enchufa tu teta.

Hemos superado la estancia en el hospital, garbancito se coge bien a sus tetis y lacta de maravilla.

Cuando llegas a casa, piensas toda valiente “Bueno, pues me saco leche y así se la doy en mamadera por la noche y descanso mejor” Ja Ja Ja, que ilusa. La primera y única vez que usé ese maldito artefacto, 1 ml de oro blanco. Ahí es cuando llegan los lloros y las inseguridades “Voy a matar a mi bebé, no tengo leche, que vamos a hacer...”

Así que decidimos darle su primer y único biberón de fórmula. Y así es como nos dimos un susto de muerte.

Diego lloraba a rabiar, y yo quería matar a mi marido. El pobre estaba en la cocina con el esteriliza biberones, esteriliza el biberón, espera que se pueda abrir sin peligro el aparato, calienta el agua haz la mezcla y... ¿estará muy caliente, le quemaré? Una vez preparado se lo dimos, abrió los ojos como platos, los puños cerrados se relajaron y abrió sus manitas, entró como en estado de shock, quieto, sin moverse, los brazos extendido............ En ese momento me sentí morir, creíamos que Diego había muerto.

Nadie te explica lo diferente que es la leche materna de la de fórmula, que del pecho sale a poquitos y que de la mamadera sale más fácilmente, que la digestión de la de fórmula es mucho más pesada...

A partir de ese momento asistí a un taller de lactancia donde nos asesoraron de maravilla y me explicaron todo lo que debía saber, allí nos reíamos y llorábamos de las experiencias, temores y alegrías de cada una, y así es como pudimos llevar una lactancia satisfactoria a demanda y prolongada.


Mi Garbancito ya tenía 2 años y 5 meses cuando empecé a notar dolores en los pezones. Al principio pensé que era una bajada de defensas o una infección leve (como ocurrió en otras ocasiones), pero la cosa fue a peor, comenzaron a salirme grietas, y pedí ayuda para ver cómo debía solucionarlo para seguir con la lactancia. El problema fue que la ayuda llegó demasiado tarde para mí. Ya no soportaba el dolor y además la herida comenzaba a sangrar.
Por mucho que le explicaba a mi Garbancito que me dolía mucho y que ya no podía cogerse a su teti... el lloraba y lloraba. Decidí colocarme unos algodoncitos que me tapasen el pezón y la areola, de esta forma al no su teti, se nos hizo más llevadero el “desteti”

Se me curaron las grietas y decidí no ponerme los algodones, igual mi peque ya no quería su teti... pero no fue así, volvió a reclamar y me volvieron a salir las gritas, ya era un poco más mayor 2 años y 6 meses, y le volví a explicar que me dolía mucho.
Recuerdo que estábamos en la cama, recién llegados de España y le dije: “Diego cariño, tu sabes que a mamá le duele mucho, yo quiero darte teti pero no puedo, tu haz lo que creas que debes hacer”, esa noche nos dormimos abrazados, él con su cabeza entre mis pechos y ambos con lágrimas recorriendo nuestras mejillas.

Ya hemos superado un obstáculo, ha sido difícil, pero mejor de lo que esperaba. Cuando me visto o me ducho me pide teti, se coge unos segundos a cada pecho y nos sentimos felices. Incluso me dice “que rica la leche de mamá”.

Ahora tiene 3 años y 6 meses y me sigue pidiendo teti, yo se la doy gustosamente. La última vez me señaló con dedo acusador y me dijo “mamá te estás quedando sin leche” ja ja ja cómo pude reírme de sus ocurrencias. Bendita inocencia.

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